jueves, 14 de abril de 2011

La trampa y salvación.

¡Hay que fin de semana tuve!  ¡Buenísimo! Con los espíritus de los reyes, políticos y otras personas importantes que me visitaron en el cielo. Bebíamos y bailábamos todo el viernes. Estoy cansado pero no arrepiento que lo hicimos. Ahora tengo para vosotros un cuento nuevo…
La última vez os dije que Alonso tenía idea del nuevo viaje. Pues lo hizo y llegó a Colombia y con setenta hombres fundó el poblado de San Sebastián de Urabá en Nueva Andalucía. Desgraciadamente tuvo allí muchos problemas con indígenas…En ese momento yo era solamente un soldado y lo recuerdo muy bien que las luchas con esos habitantes belicosos de esa tierra fueron peligrosas y largas. Indianas tenían la condición física muy buena, conocían la tierra. Pero lo más horrible era que usaban armas venenosas. En las luchas murieron muchos hombres, también mis compañeros buenos. Poco a poco Alonso no sabía qué hacer, los indígenas nos atacaban con más frecuencia. Ojeda pensaba en regresar a la Española pero yo siempre le aconsejaba que no lo hiciera por que le iban a llamar cobarde. Estábamos en la trampa. Hablabamos de nuestra situación cada noche durante los paseos alrededor del campamento y al final Alonso decidió pedir ayuda al bachiller y Alcalde Mayor de Nueva Andalucía - Martín Fernández de Enciso. De ese momento vivíamos llenos de esperanza de que los barcos con nuevos soldados llegarían rápido...
                         

Los dias pasaban, tuvimos más y más heridos, nuestras fuerzas bajaban. Los indígenos lo notaron. Y finalmente nos atacaron. La lucha duró casi tres horas, las balas volaban en el aire muy cerca de nosotros. Los hombres morían como moscas... la stuación era horrible. De repente vimos la sombra de unos barcos en el horizonte – en ese momento pensó: ¡ Nuestra salvación ha llegado ! Eso era la verdad. Los hombres de Martín Fernández rápido dominaron la situación. Cuando todo calmó empecé a buscar mi amigo Alonso, pero no le podía encontrar. Finalmente pregunté nuestro doctor en el hospital de campaña y allí le encontré. Su pierna estaba en sange. Me dijo que el jefe de los indígenos le herió con la pica. No se sentía bien y tenía que descanar mucho tiempo para curar su salud. Me alegró de que estuvo vivo, pero estaba preocupado por su salud.  Y aquí mi cuento termina. Pero quiero añadir que ese acontecimiento inició camibios en mi vida, ?cuales? Os lo diré después... Hasta luego.
                           

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